Hoy Bolivia celebra 200 años de vida republicana, pero pocos saben, y menos aún lo reconocen, que antes del nacimiento oficial de Bolivia, ya palpitaba en el corazón de nuestras montañas una república indomable: la Republiqueta de Ayopaya. Desde 1810 hasta 1825, mientras otros pueblos caían bajo el yugo colonial, Ayopaya resistía con firmeza quedando como la única invicta. Con su propia estructura administrativa, con su ejército de guerrilleros valientes liderados por el insigne José Miguel Lanza, la Republiqueta de Ayopaya no solo combatía, ¡gobernaba! Desde Palca, hoy conocida como Villa de la Independencia, extendía su influencia a zonas rurales de La Paz y Oruro, y forjaba una patria libre cuando aún nadie la llamaba Bolivia.
Doscientos años después, la historia de Ayopaya sigue enterrada en el silencio. El único reconocimiento oficial llegó en 1833, cuando el Mariscal Andrés de Santa Cruz, en un gesto de justicia histórica, rebautizó al pueblo de Palca, su antigua capital, como Villa de la Independencia, en honor a la decisiva contribución ayopayeña al nacimiento de Bolivia. Desde entonces, ni un monumento nacional, ni un homenaje digno. Esta historia silenciada es una herida abierta. Mientras se celebran los fastos del bicentenario, nosotros levantamos la voz por una verdad histórica: Bolivia nació también gracias a la sangre, al coraje y al sacrificio de los guerrilleros ayopayeños. ¡Que lo sepa el país entero! ¡Ayopaya no fue un simple rincón olvidado del mapa, fue la chispa determinante para encender el fuego de la libertad!
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